Amantes condensados

Fue mientras esperaba, muerto de frío, en la marquesina a que llegase mi turno para subir al bus, cuando te vi sentada en la parte de atrás del vehículo.
Dibujabas distraída en los cristales empañados un corazón entre dos nombres. No sé cómo, debe ser ese sexto sentido que dicen que tenéis, pero te percataste enseguida de mi presencia y con un movimiento rápido convertiste tu obra en pequeñas gotas de agua. Luego, sonrojada, hiciste como si me estuvieras saludando, disfrazando así tu acción previa como la consecuencia de una torpeza muy oportuna. Y yo, que te devolví el saludo, entré en el autobús con la curiosidad herida, dudando sobre si me atrevería o no a preguntarte por la identidad de los dos enamorados.




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Quería haber publicado este cuento hace un par de días, para hacerlo coincidir con una fecha especial. Desafortunadamente, por una serie de circunstancias, no pude hacerlo, así que voy a hacer trampas. Voy intentar cambiar la fecha de la entrada para que vuelva a ser viernes y así poder dedicar esta historia a esa persona tan especial que me lleva aguantando ya cinco maravillosos años. Sé que el cuento no es de los mejores que he escrito, que no está muy pulido y que incluso se hace un poco raro en una línea, pero es el primer microrrelato que he escrito sobre este género (al que a él le gusta denominar como "pastel") y quería que fuera para mi Chico Mono.
Espero poder dedicarle otros mejores en el futuro ;)