- Bo...bo...bonitos zapatos - balbuceó.
- ¿Os gustan? Me los ha regalado mi madrina. Están hechos a medida y son de auténtico cristal tallado.
- Ya, ya veo
La mitad de las damas de la corte calzaban ese tipo de sandalias. Las había puesto de moda una estúpida princesa de un reino vecino, que gracias a ellas había vivido un particular cuento de hadas. Todas querían repetir fortuna.
El príncipe sintió como unos sudores fríos recorrían su espalda. ¿Cuánto quedaría para que finalizase el vals? Trató de concentrarse. Lo importante era mantener el ritmo: un, dos, tres, un, dos, tres... De pronto notó un chasquido bajo su pie izquierdo, y por un instante pudo percibir el olor de la sangre que manaba del zapato de su pareja.
Era el tercer incidente en lo que iba de año.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bueno pues este es el cuento-prólogo previo a la próxima entrega de "Haciendo llorar a los niños", que al final se me está retrasando más de lo que pensaba...Sabéis de que cuento va a tratar ¿no? Jejeje...

Siempre he pensado que los zapatos de cristal son poco prácticos, porque cuando no los llevas puestos parecen ceniceros y si los calzas, con lo delicados que son, se te pueden romper dando lugar a situaciones nada agradables.
En fin, supongo que es la magia de los cuentos de hadas, que estas cosas nunca pasan.
¡Hasta la próxima, Cuentistas!