Herencia

Algunos lloran impotentes, pero la mayoría de los asistentes maldicen y blasfeman por lo bajo. La única persona que ha acogido con gran satisfacción las palabras del abogado ha sido la veinteañera pechugona sentada en primera fila, que trata de disimular las lágrimas de felicidad intercalando desmesurados sollozos cada pocos segundos. Se respira una gran tristeza en la sala, pero ninguno de los presentes lamenta mi muerte.



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Hoy no me enrollo nada, que he llegado hace muy poquito a mi casa. La frase de esta semana para el concurso "Relatos en Cadena" es: "Rutinariamente, intercambio sus pulseras identificativas" (esta va a ser tela...). Mañana espero sacar un hueco para contar la tarde de ayer, que fue estupenda... Ahora creo que debería irme a cenar...
¡Hasta pronto Cuentistas!