Foto de Depropio |
Yusuf es rescatado con vida de las aguas por unos pescadores. El viejo ha tragado demasiada agua y delira. Habla de Mar, de Bahr, de Rosa y Raizel. En uno de sus balbuceos nombra el pueblo del que procede así que, en cuanto los marinos regresan a puerto, suben al anciano a una caravana que se adentra en el desierto.
Tras varias semanas Yusuf está de vuelta en casa, un poco más mayor y con menos fuerzas de emprender de nuevo el viaje de vuelta a los brazos de Mar. Su condición le impide atravesar el océano y la certeza de saber que no podrá conocer a su hija Rosa, le sume en una profunda pena. La añoranza le hace establecer su hogar en lo alto de una montaña desde la que divisa el mar pero que está lo suficientemente cerca del pueblo como para que Raizel le visite cuando quiera. De hecho, la niña acude a la cueva que le sirve como refugio una vez por semana, para regar con arena caliente el pequeño jardín de rosas del desierto que ha creado para su padre, al que todo el mundo en los alrededores empieza a conocer como “El ermitaño”.
Una mañana de primavera Raizel encuentra a su padre más decaído de lo normal: sentado cabizbajo sobre una roca, ni siquiera consigue arrastrarle hacia su rosal. La niña, algo molesta por la falta de atención, comienza a colocar cada una de sus flores alrededor de su padre: si él no va al jardín, el jardín irá a él. Sin embargo Yusuf no levanta la vista. Raizel enojada, coloca la flor más grande sobre las piernas desnudas de su padre para que éste reconozca sus dotes de jardinera. Yusuf se lleva de pronto la mano al pecho. En cuestión de segundos la rosa de arena se ha transformado en un rosa de carne. La niña, maravillada baja corriendo al pueblo en busca de unas cuantas cosas y regresa junto a Yusuf en la carrera más rápida de su vida. Raizel piensa que si su padre es capaz de arreglar una rosa de piedra, también podrá reparar algunas cosas que sus hermanos le rompieron. Guiada por esta lógica infantil coloca la figurita de la paloma de caliza que fue mutilada de un balonazo, sobre el regazo de su padre. Al hacerlo se percata de que la rosa ha desaparecido y sólo cuando Yusuf se retira la mano de su pecho Raizel puede observar una segunda cicatriz, muy reciente, en forma de rosa junto a otra más antigua.
Antes de poder comprender lo sucedido, la figurita del ave se desvanece bajo la piel de Yusuf, que lanza un grito de dolor. Raizel retrocede asustada y contempla con asombro cómo de la espalda de su padre brotan ahora miles de plumas blancas. Yusuf sonríe y agita sus nuevas extremidades. Con un movimiento ágil toma a su hija en brazos y echa a volar hacia el horizonte. Con cada batir de alas sobre el mar Raizel observa cómo los años se despegan del rostro de su padre y caen al agua, donde se disuelven en la espuma de las olas.
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Antes de nada debo advertir que he hecho un cambio en el liquen 7: he sustituido los nombres de madre e hija en la historia: la madre es Bahr y la hija se llama Raizel. Releyendo las historias me di cuenta de que resultaba incoherente que la madre se llamase Raizel cuando Depropio había dicho en el segundo liquen que su mujer se llamaba Bahr. Mea culpa. Rectifico y pido disculpas por el embrollo mental de los lectores que siguen esta historia (especialmente Anita y Puri). Este cambio da mucho más juego y hace que la simetría entre mujeres e hijas sea mayor :)
Bueno, pues aclarado este punto, con este cuento acaba mi participación en el "Proyecto liquen". El desenlace de la historia lo conoceremos dentro de una semana, en el blog de Fernando.
¡Qué ganas de leerlo!
- Liquen 1: Hombre de Mar
- Liquen 2: Hombre de Arena
- Liquen 3: La codificación de las mareas
- Liquen 4: Señales
- Liquen 5: El dulce canto de la sirena
- Liquen 6: Una petición inesperada
- Liquen 7: Simetrías
- Liquen 8: La cartografía inestable del destino
Ajá! Por eso me lié hace dos semanas... Buenas imágenes, Marina. Gracias por esta bonita historia.
ResponderEliminarAbrazos a pares
Hola Marina, ahora está todo claro. Muy bonito capítulo, lleno de magia. Me gusta mucho ese final donde "los años se despegan del rostro de su padre" y se disuelven en el mar. Os está quedando una gran historia.
ResponderEliminarBesos