Y por fin, el audio

Bueno, pues casi una semana después sigo con el subidón del concurso de la Cadena Ser (soy una plasta, lo siento). Y es que hasta ahora no he tenido tiempo de escribir unas cosillas que se me quedaban en el tintero.

Lo primero es agradecer a Xelerad, a Capitán Cid y a mi hermana Natalia el haberme grabado el programa, ya que en el podcast del programa Hoy por Hoy no se encuentra la sección de cuentos del programa (por lo menos la del día 17 de septiembre), y la verdad, es un audio que quiero conservar. Lo he conseguido subir a goear (gracias de nuevo, Álex) para que todos aquellos que no pudieron escucharlo, entre los que incluyo a muchos de mis familiares, puedan hacerlo ahora. No sé si los otros finalistas consiguieron el audio del programa, así que si no lo hicieron espero que puedan llegar hasta aquí y descargarlo, porque es un recuerdo muy bonito.



Por cierto, el cuento de Años Perdidos está especialmente dedicado a mi tía Nunci,
que anda enfermilla, y le animó mucho oírme por la radio. ¡A ver si se recupera pronto!

En la web de Escuela de Escritores ya han publicado los cuentos pero aún así os pongo los relatos de los finalistas por aquí, ya que en cuanto se vaya llenando la lista de ganadores será difícil localizarlos (vamos a estar abajo del todo).

El náufrago - Jesús Arribas Navarro

No reconocí al hombre que tenía frente al espejo. Mi barba llegaba a tocarme el pecho. Reí a carcajadas. ¡Si me vieran en el bufete de abogados! Ahora me había convertido en todo un catedrático de la supervivencia. Fui a alimentar la hoguera que llevaba encendida casi dos años, sin interrupciones, era lo más importante que tenía. Mi única salvación. Si un barco pasaba cerca y veía el humo vendría a rescatarme para devolverme a la civilización, a mi trabajo, a mi coche, a volver a leer un periódico, a mi mujer...
Llené un cubo de agua y me apresuré a apagar el fuego.

Comprobación - Angel Marcelo Saffores Arrúa

No reconocí al hombre que tenía frente al espejo. Tampoco a la mujer que lo sostenía. Solté una carcajada pero la única voz fue la mía. El hombre del espejo permaneció impasible. Miraba con cierta conmiseración; con los ojos casi cerrados. No podía oír nada. Era como si al mundo le hubieran quitado el sonido ambiente. Apenas un zumbido monocorde. Vi pasar por detrás del espejo mucha gente que parecía caminar sin rumbo. De pronto alguien se detuvo y se dirigió a la mujer. Está muerto —murmuró— el espejo no se empaña.

Y por último, los pantallazos pertinentes:




Debo reconocer que la última frase de mi cuento es un tanto puñetera, pero ya he leído por ahí unos cuentos muy interesantes... En cuanto pase el concurso de esta semana y la gente se anime a publicarlos, los iré poniendo por aquí, juajuajua (risa maligna).
Y bueno, con todo esto basta por hoy, que al final me ha quedado una entrada muy larga.
¡Hasta pronto Cuentistas!