domingo, 27 de septiembre de 2009

Cuentos a partir de mi cuento: ganador y finalistas

Estos son los tres cuentos seleccionados esta semana como los mejores de todos los que se mandaron. Ha vuelto a quedar nominado Jesús Arribas con un cuento muy chulo, pero la competencia era dura. A ver si la semana que viene consigue su objetivo... ¡mucha suerte!
La ganadora semanal ha sido Beatriz Alonso, con una historia muy original. A mí por lo menos me ha gustado mucho.
Os pongo aquí los textos, aunque también podéis encontrarlos en la web de Escuela de Escritores.

El Olfateador - Beatriz Alonso Aranzábal

Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata fue uno de mis primeros éxitos como olfateador. Tenía los ojos vendados y toda la oficina mirándome. En seguida supe que era la administrativa. Después otra mujer pasó sus dedos por mi pelo y adiviné que era la documentalista. Tampoco fallé cuando el diseñador gráfico me sacudió la caspa de los hombros. Al regresar a mi mesa de trabajo la recepcionista, a modo de despedida, me tocó la punta de la nariz, lo cual desencadenó en mí una terrible convulsión. Desde entonces cuando llego a trabajar entro con un pañuelo en la nariz. Creen que es alergia, pero es amor.

El asiento - Miguel Angel Córdoba Saelices

Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata, o quienes eran esos niños que correteaban y me llamaban "papá", demasiadas cosas que averiguar. Desde que desperté del coma y la operación de estética mi vida se había convertido en una sinrazón.
Cuando dormía veía imágenes del avión en llamas y de los gritos y de los muertos, todos muertos. También recuerdo al hombre nervioso que me dijo al despegar ¿le importaría cambiarme el asiento, tengo vértigo? Sin saberlo me estaba cambiando algo más que su asiento. Y su mujer ¿no lo intuía? ¿Tampoco su amante?
Intenté olvidar, solo temía encontrarme algún día con mi verdadera mujer.

Hijos de la nada - Jesús Arribas Navarro

Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata. Dio tres pasos hacia atrás, y nos observó a todos detenidamente. Luego, me señaló con el dedo, "el más bajito", dijo, como si yo hubiese hecho algo malo.
-¿Cómo te llamas?-me preguntó.
-Manuel.
-¿Tienes hambre?
-Sí ¿usted tiene pan?
-Claro que tengo pan, en casa tengo todo lo que quieras.
-¿Y allí no caen bombas?
-No cariño, es un lugar muy seguro, incluso tengo un tiovivo.
-¿Qué es un tiovivo, señora?-ella sonrió.
-No me llames señora, llámame mamá.
Ahora sí que no entendía nada.

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