Enfermedad rara - Silvia Merino
Vivo sola. Cada vez son menos los que se atreven a visitarme. Mi madre, el repartidor del supermercado y alguna persona caritativa que viene a darme conversación de vez en cuando. Al principio todo va bien, pero enseguida empiezan a removerse incómodas en su asiento, buscando la manera de despedirse. En cuanto lo consiguen salen por piernas y no vuelven. Salgo muy poco durante el día, me incomoda ver como la gente se aparta con disimulo, evitando saludarme. Espero a que oscurezca y entonces salgo a pasear. Mi única esperanza es que encuentren la cura para mi enfermedad pero es poco probable. Es una de las denominadas enfermedades raras sin diagnosticar, y consiste en que jamás puedo decir mentiras.
La hija de la Luisa - Puck
- La hija de la Luisa es doctora, y muy buena y muy ocupada, que por eso no viene al pueblo tan a menudo como quisiera. Las últimas fiestas estaba en Boston, en ese hospital al que van los famosos. Que ha tenido mucha suerte la Luisa. Te lo digo yo, que hemos vivido siempre puerta con puerta.
Mientras tanto, en la Iglesia, Luisa le pone como cada día una vela a Santa María pidiendo por su Jacinto, para que acepte que la niña lleva tres años viviendo con una tal Lucía y que dice que es feliz, que se quieren y que van a hacerles abuelos, y que no importa lo que digan en el pueblo.
Un clic y... - Jramallo
A mis sobrinos los veo en fotos que mi hermana cuelga en el muro.
En todas sonríen mucho y mi hermana y su marido también, parecen felices, mucho más que yo.
Es importante eso, parecer feliz, hoy en día es muy importante.
Uno, dos, tres niños y tres cumpleaños. Por lo visto me estoy perdiendo los mejores momentos de sus vidas.
1 Mensaje nuevo: Qien cño ers xra ir dciendole a tod el mund cmo tien q vivir?
Mi hermana y facebook se parecen, por eso no los consumo, porque me aburren, me hacen perder el tiempo, aunque sé bien cómo funcionan. Basta una contraseña, un clic y sonreír para la foto.
Les mintieron - Katherin Gómez
A mis quince decidí engañar a la muerte, la vejez y las dolencias. Estas no conducirían mi vida por donde quisieran.
Buscar la solución me causo insomnio y compartir con otros la idea los alejo de mí.
Pero al final yo vencí, les mentí, las engañe. Las dolencias ya no me dan miedo, la vejez nunca me llegará y la muerte no decidió por mí.
Con ojeras negras, vista nublosa y arrastrando los pies cansados, conseguí la respuesta al dilema.
En la cocina, suave, sin pensarlo, rompí mis venas contra una hoja de acero inoxidable. Envueltas en líquido rojo salieron las arpías acechantes.
Ahora, desde donde estoy, miro a los que las sufren, me río, porque yo si supe engañarles.
Una fantástica mentira - Miguel Ángel Guerrero
Una fuerza cósmica fluye y se derrama sobre su escritorio. No es algo normal. Le reclama a su lapicero que suspire sobre ella, que se desinhiba, que rompa el hielo, que entre en intimidad con ella y que la ame. Él permanece un tanto escéptico, pero aquella fuerza le promete que le dará paisajes majestuosos y sobrecogedores y un par de ojos excelsos para apreciarlos. Él se confía y decide pasarse la vida escribiendo. Claro, de alguna forma él sabe que aquella fuerza le engaña, sin embargo, él decide arriesgarse, creerle a ella, a su bella musa, y vivir inmerso en aquella fantástica mentira.
Come y calla - Selin
Bien sabía Amelia lo que costaba conseguir alimentos ahora.
-¿Mamá, volverá Blaky?, hace días que se fue. -preguntó David.
-No lo sé, David. Pero no te preocupes, ya buscaremos otro perrito para que sea tu mascota.
La gente había huido de las ciudades y se había refugiado en el campo o las montañas, lejos del desastre.
-¿Sabes, mamá?, esta mañana he visto que la cabaña del señor José estaba cerrada.
-Me parece que ha ido a reunirse con su familia.
-¿Pero no estaban muertos?
-Pues a lo mejor no. Venga, David, come y calla.
Amelia sonreía satisfecha de ver comer a su hijo. Al menos por un tiempo no pasarían hambre.
Odisea - Matías González
Cuando Ulises se enfrentó a los ojos envejecidos de su esposa, fue incapaz de contarle la verdad. La sentó junto a él y, con un infinito temor, empezó a relatarle una maravillosa historia. Mientras inventaba sirenas cantarinas y cíclopes heridos, observaba cómo desaparecían las lágrimas de su rostro. Fortalecido por el éxito continuó su narración: dioses vengativos y bellas hechiceras se aunaban en su contra.
Al finalizar, calló, esperando... Entonces, Penélope se levantó en silencio y comenzó a tejer nuevamente.
El escéptico - José Manuel Fernández
RELOJ ARCANO
Descubra la hora exacta de su muerte
Así rezaba el cartel de aquella casetucha de feria. Estaba pintado a mano, con letras torcidas y colores chillones. Javier sacudió la cabeza, apartó la sucia cortinilla y entró con decisión.
Poco pudo discernir en la penumbra, más allá de una silla de madera, una mesa y, sobre ella, el supuesto artefacto mágico. No parecía muy distinto a cualquier reloj despertador de los baratos.
Javier tomó asiento y acercó la nariz al reloj. Las manecillas marcaban las cinco y cuarto, la hora actual.
—¡Bah! —exclamó—. Otro timo más. ¡Qué sorpresa!
Cuando la cuchilla bajó del techo, decapitándolo, su rostro aún reflejaba una enorme sonrisa de satisfacción.
Héroe - Propílogo
Hace dos años mi primo Pedro me dio clases de vuelo para superhéroes. Me mostró su reloj; dijo que algún día me lo prestaría, y que entonces yo tendría una gran responsabilidad.
Ayer, de madrugada, tuve que forzar su ataúd y quitarle el reloj a tientas, sin mirar; para que nadie supiera nunca que Pedro olvidó cambiarle la pila.
Cosas del abuelo - Xavier Blanco
Abuelo, háblame de las mentiras: “Hay mentiras piadosas. Líos, trápalas. A veces es mejor mentir que decir la verdad. Otras sólo excusas, evasivas, pretextos, simples subterfugios. Hay engaños, disimulos, falacias, falseamientos. Mentir por costumbre y mentir como enfermedad. Los embustes, el chisme, la falsedad, la burla. Hay mentir y no decir la verdad, que no siempre es lo mismo. Los artificios, los enredos. Hay el quiero y no puedo. ¿Lo peor? La calumnia, el embrollo, la exageración y la sospecha. Mala cosa mentir”. También me dijo que los niños vienen de París, que los Reyes son Magos y, cada vez que se me cae un diente, dice que el Ratocinto Pérez corretea por mi jardín. Cosas del abuelo.
Y aún quedan más historias...
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