Microteca

Bienvenidos a mi "microteca". Estos textos proceden (en su mayoría) de blogs de cuentistas que sigo normalmente. Otros los descubrí en antologías de microrrelatos. Básicamente intento agrupar en un mismo sitio aquellas historias que no me dejaron indiferente para compartirlas con vosotros. Si algún autor no desea que su texto aparezca publicado aquí, sólo tiene que decirlo y lo borraré lo antes posible. Por supuesto, los derechos de cada texto son los que cada autor haya especificado en su respectivo blog o similar. Espero que disfrutéis de la lectura :)

Accidente laboral - Manu Espada
(redoble) ¡Con ustedes, el tragasables! (sirenas)

Al terminar - Propílogo
Me regalaron una perra Rottweiler, grande y noble; dócil e incomprendida como un Frankenstein arrodillado. Creo que tenía dientes sólo por un compromiso filogenético adquirido.
Un día un tipo entró en la casa. Armado y violento, nos retuvo amenazados. La perra era tan buena que, al terminar, estuvo una hora lamiendo su mano. Parecía arrepentida, como queriendo resucitarlo.

Alcatraz - Iorgeus
¡Uy!

Amigos - Maria Luisa
Ayer me encontré con Pablo. Hacía muchos años que no nos veíamos, íbamos juntos a la escuela. Está hecho todo un hombre de negocios, siempre viajando de aquí para allá. Casado con una chica de veinticinco, y forrado hasta las cejas. Me contó que este verano se compró una isla. Yo no supe con qué compra mía contestarle.

Asuntos de familia - Elisa de Armas
Llevabas una semana muerta y ya eras otra, tan distinta que, si te fuese dado regresar, no te habríamos reconocido. En nuestras conversaciones la tacañería se transformaba en austeridad, el despotismo en guía atenta y vigilante, las humillaciones en suaves correctivos y la crueldad en desvelos. Hasta parecía que habías sido capaz sonreír y de besar, que nunca te había apestado el aliento a ginebra. A los quince días empezaron a murmurar a mis espaldas y al cumplirse un mes, escandalizados, me denunciaron. A ver cómo le explico al juez que sí, que el gatillo lo apreté yo, pero sólo porque me tocó la carta más alta.

Atlas - Sara NY
Érase una vez un mapa que podía llevarte a cualquier parte. Conocía todos los caminos porque estaban en él escritos. Un buen día el mapa se perdió y no podía encontrarse. Sin saber qué hacer comenzó a vagar preguntándole a todo el mundo cómo podía hallarse. “Necesitas un mapa”, todos le decían. “¡Qué gracia, un mapa perdido! Necesitas un mapa de mapas”.

Bipolaridad - Esteban Dublín
El pastor no lograba explicarse por qué, después de noches de luna llena, desaparecía una de sus ovejas y, menos aún, la razón por la que amanecía desnudo, empapado en sangre y cubierto de huesos en el rebaño.

Correspondencia - Elisa de Armas
Desde que él salió al mar y no volvió, ella le escribe en la arena: “Te quiero, Antón”. Luego, contempla cómo las olas borran sus palabras. Al bajar la marea, vuelve a la playa presurosa y encuentra la respuesta, escrita con la letra torpe del marido: “Yo también, Carmiña”.

Cosas de niños - Pablo Garcinuño
“Y luego está el problema de cómo deshacerse del cuerpo”, le dijo uno a otro mientras jugaban con la arena de parque. Cuando sus madres se acercaron, cambiaron de tema.

Demiurgo -Víctor Lorenzo
Sólo existo mientras me lees, maldito asesino.


Derrota del razonamiento paterno - Depropio

 –¿Qué has comido en el comedor del cole, cariño?
–Puré de verduras.
–¿Qué tal estaba?
–Puajj –mi hija pone una mueca de asco–. Sabía a sangre de lengua de serpiente, papá.
–Pero, hija, ¿tú has probado alguna vez la sangre de serpiente?
–De lengua de serpiente –me corrije–. Sí que la he probado. Hoy, en el puré de verduras del comedor.
–Ya –replico pacientemente–; pero si nunca antes habías probado la sangre de serp… de lengua de serpiente es imposible que puedas asegurar que en el puré habían puesto sangre de lengua de serpiente. ¿No lo comprendes, hija?
Mi hija me mira y sonríe con la superioridad que imagino que siente un ajedrecista al hacer un jaque mate.
–Sí puedo, papá, porque yo vi cómo hacían el puré de verduras.

Despecho - Elisa de Armas

Cuando me cruzo con él, desvío la mirada. Mi sombra, más sincera, se alarga para besar sus huellas.

Despojo - Lucila Rosario Lastero
Alcancé la plata al recepcionista. Luego dejé mi equipaje en la sala de espera. Di mi nombre y mis datos completos, como garantía. Cuando llegué a la habitación no tenía dinero, ni equipaje, ni sabía como me llamaba.

Después de gozar - Patricia Nasello
Luego de nadar y zambullirse jugando con la espuma, después de gozar del sol y de que el viento ondee su pelo, mientras canta, la sirena se duerme hamacándose sobre las olas.
La tripulación está en cubierta, sin entender. El timonel acerca el barco con cuidado.
-Es un pescado, vamos a comerlo- dice el contramaestre.
-¡Es una mujer! ¡A violarla!- grita uno de los marineros
Las opiniones de los hombres se dividen y están a punto de irse a las manos.
-¡Alto!- exclama el capitán
Las miradas se clavan en él
-Aquí no hay motivo de discusión- declara en tono conciliador –Sepárense en dos filas.

Desvaríos sin órbita - Ángeles Sánchez
Hace unos días me tragué un trozo de luna. Ocurrió mientras dormía. Duermo con la boca abierta y la luna aprovechó esta circunstancia para dejar caer en mi garganta un asteroide descamado de su superficie.
Al día siguiente, el estómago no me funcionaba. El médico me dijo que bebiera mucha agua e ingerí unos tres litros en un solo día. Se diluyó sí. Ahora tengo piedras en el riñón.
Me dijeron que bebiera mucha agua, pero no quiero imaginar la de lunares que pueden salirme. Ni dónde.

El artista - Alejandro Alcalde Vicente
- Lo sentimos, Adolf, pero no tienes bastante talento.

El culo de la Yoli - Pablo Garcinuño
“¿No te habré despertado, colega?”. Antes de que responda ya has entrado en mi casa y asaltas el frigorífico. Con la boca llena, me confiesas que vienes de casa de la Yoli. Que si te la ligaste en el Ambigú, que si os fuisteis a la cama cuando cerraron, que si “vaya culo que tiene la pava”. Al reírte se te escapan miguitas de la boca. Juraría que todavía estás borracho, pero no digo nada. Me limito a darte una palmadita en la espalda con un “qué cabrón” de admiración. Tú te ríes y detallas los pelos y las señales de la noche, dejando claro que no vas a permitir que ninguna loba te cace de nuevo. Luego te vas luciendo esa sonrisa tuya, tan triste desde que María te dejó. “Un día de estos, colega, tenemos que irnos de putas porque te estás apolillando”, añades.
Yo vuelvo a la cama e intento encontrar un hueco debajo de las sábanas. Al levantarlas me quedo un rato observándola (continúa dormida). Tengo que darte la razón, colega. La Yoli tiene un culo de muerte.

El día de los inocentes (hasta que se demuestre lo contrario) - Bu2on
El día de los Santos Inocentes,
una de las nueve personalidades
de un individuo que sufre
un desorden de personalidad múltiple,
le gasta una broma a otra de las personalidades de ese mismo individuo.
Esta broma resulta ser bastante pesada,
y como resultado,
el hombre muere.
¿Suicidio u homicidio?
Y lo que es más importante,
¿culpable o inocente?

El especialista lo miró por encima de las gafas.
—¿Qué le ocurre? —preguntó.
—Doctor, llevo varios días con un fuerte dolor en la rodilla —manifestó el escritor contando con los dedos el número de palabras que utilizaba en su explicación.
No satisfecho con los once vocablos rectificó:
—Doctor, me duele la rodilla.
Cinco palabras seguían siendo demasiadas. El paciente, considerado el mejor microrrelatista a nivel mundial, sabía que podía hacerlo mejor. Se llevó ambas manos a la rodilla y finalmente dijo:
—Doctor, pupa.

Extirpación del egocentrismo - Propílogo
Había en el colegio un muro de piedra. Del muro salía una manivela. Los pequeños pegábamos la cabeza al muro y girábamos la manivela. Y el mundo se movía. La prueba eran las nubes.
Todos los días había un niño haciendo girar la manivela, y mirando al cielo, sonriendo, satisfecho de que el mundo anduviera.
Un día alguien arrancó la manivela.
Así que debe de haber otras manivelas, menos mal.

Fábula - Esteban Dublín
Se decía que besar a aquella mujer tenía consecuencias fatales. Un día, sin saberlo, el caballero quedó prendado con su mirada y se acercó para rozar sus labios y sellar un húmedo beso. Así, nació la quimera. Y a pesar de que se ve como un animal poderoso, aún hoy, después de muchos años, duda si juntarse con la manada de leones, el rebaño de cabras o el grupo de dragones.

Finalista  Cuenta 140 (tema: la caña) - Lola Sanabria
Saqué el cuchillo de la caña de mi bota y lo hundí en su pecho. Dicen que era estrabismo, pero lo cierto es que me miró mal.


Hábito - Esteban Dublín

Aquí estuvo el dueño de este abdomen, escribía Karim Rotz sobre el cuerpo de su novia. Por esta piel se derritió mi saliva y mi lengua encontró destino sobre estas curvas. Mis dientes fueron testigos presenciales de los deseos de estas cumbres y sobre estos pezones rojos y tiesos mis labios resucitaron durante once noches seguidas. Alrededor de este ombligo caí hipnotizado, y aquí, justo aquí al lado de esta coma, Odín se apoderó de esta cueva que le cumplió más de tres, más de cuatro, más de quince caprichos. Estas caderas están selladas con mi rabia, esta espalda con mis yemas, este cuello con mi fuego. “No lo hagas más difícil, por favor”, le dijo ella. “Ya casi termino, Lucía”, replicó Karim con la voz quebrada sin soltar el marcador. “Si me dejas para entregarte a Dios, de algún modo debo asegurarme de que conozca tu pasado”.

In extremis - Ignacio Cañas Hernández
Logré besarla. Total, era el fin del mundo.


La Bella Durmiente y el Príncipe - Marco Denevi
La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al Príncipe. Y cuando lo oye acercarse simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

La comida del perro - Alejandro Ramírez
Todas las noches el perro se levanta sonámbulo y se orina en mi ropa. Cansado de esa situación, decido deshacerme de él, pero mi esposa me confiesa que el culpable soy yo, que todas las noches me levanto sonámbulo y devoro la comida del perro.

La danza cósmica - Fernando Remitente
—… Y es que, además de la gravedad, que nos mantiene pegados al suelo, existe otra fuerza que los científicos llaman Lambda, una energía oscura que tiende a despedazarnos. Y dado que se especula con que el universo es en un 95% oscuridad…
—¿Quieres que rompamos?
—Trato de que lo entiendas.

La Pesadilla de Peter Pan - Fernando Iwasaki
Cada vez que hay luna llena yo cierro las ventanas de casa, porque el padre de Mendoza es el hombre lobo y no quiero que se meta en mi cuarto. En verdad no debería asustarme porque el papá de Salazar es Batman y a esas horas debería estar vigilando las calles, pero mejor cierro la ventana porque Merino dice que su padre es Jocker, y Jocker se la tiene jurada al papá de Salazar.
Todos los papás de mis amigos son superhéroes o villanos famosos, menos mi padre, que insiste en que él sólo vende seguros y que no me crea esas tonterías. Aunque no son tonterías porque el otro día Gómez me dijo que su papá era Tarzán y me enseñó su cuchillo, todo manchado de sangre de leopardo.
A mí me gustaría que mi padre fuese alguien, pero no hay ningún héroe que use corbata y chaqueta a cuadritos. Si yo fuera hijo de Conan, Skywalker o Spiderman, entonces nadie volvería a pegarme en el recreo. Por eso me puse a pensar quién podría ser mi padre.
Un día se quedó leyendo el periódico y lo vi todo flaco y largo en el sofá, con sus bigotes de mosquetero y sus manos pálidas, blancas blancas como el mármol de la mesa. Entonces corrí a la cocina y saqué el hacha de cortar la carne. Por la ventana entraban la luz de la luna y los aullidos del papá de Mendoza, pero mi padre ya grita más fuerte y parece un pirata de verdad. Que se cuiden Merino, Salazar y Gómez, porque ahora soy el hijo del Capitán Garfio.

La senda del ganador - Bu2on
Ésta es la historia de un hombre valiente.
Un hombre que llevaba cinco años
sin poder salir de casa
y que consiguió rehacer su vida.
Encontró un empleo que le llenaba,
aprendió a dibujar
y se compró un coche.
Reunió el coraje necesario para invitar a la chica de la tienda de fotocopias
a tomar un café,
y terminó casándose con ella.
Se enfrentó con su hermana
y con el resto de personas que siempre le habían presionado,
una a una,
y consiguió ganarse el respeto de la comunidad.
Se miró al espejo,
y por primera vez en mucho tiempo,
se sintió satisfecho.
Todo esto sólo ha ocurrido en su cabeza,
pero hoy,
por fin,
ha conseguido levantarse de la cama.

Las hijas del valle - Thanos
¿Dónde está el perro?
La verdad es que hacía bastante rato que no lo veía, así que hablé con mis hermanas para averiguar si ellas sabían algo sobre él.
Ninguna conocía su paradero, se había esfumado como por arte de magia. Nunca antes había pasado. No era propio de él alejarse, al fin y al cabo, era su trabajo estar pendiente de nosotras.
Antes de hacerme ilusiones, quería asegurarme de su desaparición, así que subí a lo alto de la pradera para poder observar los alrededores con mayor amplitud.
Comprobado, no había ni rastro. Nos había abandonado. El rebaño por fin era libre.

Más imbécil - Paul Fournel
El chiste de moda afirma que los presidentes de la República árabe de Egipto buscan siempre a alguien más imbécil que ellos para que sea su adjunto y su potencial sucesor. Esta elección la hacen muy cuidadosamente con el propósito de parecer más inteligentes de lo que son en realidad. Así es como Nasser tenía a Sadat. Así es como Sadat tenía a Mubarak. En cuanto a Mubarak, no pudo encontrar a nadie...

Mentira - Fernando Remitente
Educado en las películas de Walt Disney y en las superproducciones románticas, persuadido de la importancia de encontrar el amor único, universal y eterno, Alfonso está inmerso en el mágico momento de su primer beso. Profundo y real. Con lengua.
Cuando se separa de Maribel, cuando se miran emocionados y sorprendidos al final de un viaje tan breve como intenso, sigue el guión:
—Te querré siempre.
Tras otro beso —más breve—, ella responde:
—Y yo a ti.
Ambos miran alrededor, esperando a que los animales empiecen a cantar.

Metamorfosis - José María Merino (visto en "Internacional Microcuentista")
También sobre mí pesa una maldición ancestral. Tercer hijo varón de un verdugo, nací el último día de febrero de un año bisiesto. Así, cada noche de luna nueva sufro la terrible transformación. Mi cuerpo se cubre de pelo, en mi cabeza se afilan las orejas, mis mandíbulas se alargan en forma de hocico para proyectar mejor mi dentadura, de mi cóccix surge un rabo largo. Al mismo tiempo, mi tamaño se modifica en longitud y volumen, y paso a tener una envergadura muy diferente de la habitual. Una vez transformado, surge en mí la pasión de las fechorías, una febril actividad de destrucción. Mi horror natural al derramamiento de sangre me impide cometer los atroces atropellos que han hecho famosos a otros colegas, como el hombre lobo. Tal vez por eso a mí no me conoce casi nadie, pero tampoco casi nadie sabe que se puede acabar conmigo con una ratonera de plata.

Motu propio - Propílogo
El chino que trabaja conmigo me ha regalado un reloj. Es una réplica del despertador clásico, pero de plástico. Funciona con una pila, y en lugar de hacer TAC TAC TAC hace sólo un suave lerelerelere, así que apenas lo oigo.
Hace dos minutos lo he mirado. Iba muy deprisa.
El segundero se movía rápido. Demasiado rápido. En cuanto ha notado que lo observaba, ha acomodado el movimiento de la aguja hasta un ligero segundo por cada segundo. Pero ahora ya lo sé. Tomo nota. Lo apunto aquí, bajo el párrafo en el que anoté, hace ya un tiempo, que el paquete de tabaco se me acerca cuando no miro; que los cordones de los zapatos se retuercen espontáneamente hasta soltar el nudo; que el euroconector escapa poco a poco de la espalda del DVD.

Mujeriego - Gotzon
Por favor, sea breve, dijo el pecador, y para cuando el cura dijo “Ave maría purísima” él ya estaba “entre todas las mujeres…”

Nicholas era... - Neil Gaiman
más viejo que el pecado y su barba no podía ser más blanca. Quería morir.
Los enanos de las cavernas árticas no hablaban su idioma, pero conversaban en su propio gorgojeo, mientras realizaban rituales incomprensibles, cuando no trabajaban en las fábricas.
Una vez al año le obligaban, entre sollozos y protestas, a adentrarse en la Noche Infinita. Durante el viaje, se acercaba a cada niño del mundo y le dejaba un regalo invisible de los enanos junto a su cama. Los niños dormían, inmóviles en el tiempo.
Prometeo, Loki, Sísifo, Judas... Les envidiaba. Tenía el castigo más duro.
Jo.
Jo.
Jo.

Noche paralela - Víctor Lorenzo
La primera raya de la noche fue la que dibujó con el peine en su cabeza. La segunda fue la que estaba pintada en los ojos de aquella chica a la que no pudo convencer para que tomaran juntos una copa. La tercera, cuarta y quinta, las trazó con una tarjeta encima de un espejo, solo, en el coche. La sexta raya fue la continua del asfalto que no debió sobrepasar. La séptima es ésta, la que acompañada de un molesto pitido avanza hasta el infinito, verde y recta.

Noticias del más acá / VI: Se suicida lentamente - Pablo Gonz
Por un asunto de faldas se suicidó en la tarde de ayer el Sargento Primero del Ejército del Aire, Rodrigo Somoza Llovet, quien, para dar mayor realce a su acto, optó por realizarlo a cámara lenta. Desde que saltó del viaducto que salva la madrileña calle de Segovia y hasta que impactó fatalmente contra la vereda de los números impares (justo enfrente de la panadería San Miguel de Esteva), transcurrieron veintidós minutos y once segundos. Los bomberos no llegaron a tiempo.

Objetos perdidos - Hank Moody
Un hombre perdió ayer la vida en unos grandes almacenes de la capital. Según relataron algunos testigos presenciales, el joven, un arquitecto en paro de 27 años y con residencia en el centro, entró en una tienda de artículos para el hogar y cuando salió ya estaba muerto. Según parece, el fallecido no se percató de su pérdida hasta horas más tarde, cuando empezó a sentir un vacío en el pecho —tal como relata él mismo— y acudió al ambulatorio de su barrio. Los responsables del centro comercial, acompañados por la policía y el equipo canino de rescate, buscan desde esta madrugada alguna pista que les conduzca a la resolución del caso. El difunto, que se encuentra en dependencias policiales, afirma que no es la primera vez que le ocurre, y que confía en recobrar la vida cuanto antes.

Perseidas - Pedro Peinado
Empiezan distribuyendo los barreños por la finca. Es una actividad tediosa, que exige precisión así como buena memoria, pero la familia la desempeña con entusiasmo; luego sigue una fiesta con parrilladas, baile y fuegos artificiales que se prolonga hasta el anochecer. Entonces comienzan a oírse los impactos sobre el metal de los recipientes. Todos coinciden en que se trata de un sonido hermoso, sin duda porque lo asocian al de la lluvia empapando los campos de labranza. Por la mañana, cálidos aún, la familia recolecta los frutos ilesos en los cestillos de mimbre que durante el año han tejido los abuelos. La cosecha alcanza para una familia media, y sólo en raras ocasiones hay excedentes con los que halagar a parientes y vecinos. Los colocan debajo de la almohada y piden deseos.

Poderosa afrodita - Bu2on
Por cada imbécil que se acerca a la barra y te dice algo, hay otros dos tíos
que te están mandando mensajes telepáticos desde la oscuridad porque se no atreven a decirte nada.
Me acerco a dejar una botella de cerveza vacía y oigo cómo, después de quitarte de encima al enésimo subnormal de la noche, concluyes que todos los tíos son gilipollas. Mientras vuelvo al fondo, trato de convencerte de lo equivocada que estás. Telepatéticamente.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj - Julio Cortázar
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Corre.
Está detrás, pero no me atrevo a volver la cabeza.
Corre.
No tuve tiempo de verlo bien, pero sé que esa cosa es lo que llevo temiendo desde hace años.
Corre.
¿Podría vencer? No lo creo. Ni todos los miembros del grupo acabarían con ella, ¿qué podría hacer yo sólo?
Corre.
Morir. Joder, no quiero morir tan pronto. No ahora cuando todo parecía aclararse.
Corre.
Ni siquiera podré avisarles de que ya viene. Nuestros esfuerzos no han servido para nada.
Corre.
No puedo más. Las piernas me duelen y me falta el aire. Voy a morir.
Corre.
Mierda. ¿En qué momento me ha adelantado?


Progreso (Puentes modernos) - Agustín Martínez Valderrama
Ayer al fin inauguraron el puente. Una obra de ingeniería perfecta con elementos minimalistas propios de la arquitectura más vanguardista. Principalmente la ausencia de río, la falta de montañas en ambos extremos y su vertiginosa altura. Estas particularidades - algunos las tildan de meras excentricidades modernas - no le restan ningún atractivo. Al contrario; acentúan aún más si cabe su estética y su carácter funcional opuesto al perfil bajo de las casas actuales. Aunque lo fundamental es que tras muchos años de trabajo  el puente ya está terminado. Y anoche nadie en el pueblo quiso perderse la ceremonia inaugural en la que las autoridades cortaron la cinta, brindaron con champán y descubrieron la placa conmemorativa. Ni tampoco los fuegos de artificio y el consiguiente baile con orquesta. Luego incluso hasta saltó algún suicida, pero eso sólo fue por estrenarlo.

Propiedad transitiva - Juan Romagnoli (visto en Internacional Microcuentista)
El enunciado era aproximadamente así: Si A es igual a B, y B es igual a C, entonces C es igual a A, ¿correcto? Bien. Esto es lo que yo llamo un pensamiento rigurosamente lógico; por tanto, ya sobre suelo firme, avancemos: si yo amo a mi esposa, y mi esposa ama a su bella hermana, entonces no comprendo por qué reacciona de ese modo.

Rescatado III - Propílogo
Ayer, al cerrar el bar y coger mi coche, vi un Renault aparcado enfrente.
Conduje alrededor de la rotonda y me aproximé.
Dentro había una chica con la cabeza inclinada a un lado. No se movía. Era la portera de una empresa que hay cerca.
Toqué la bocina y ella se despertó.
O resucitó, no lo sé.
Espero que despertara. De lo contrario, mi bocina y yo tenemos una enorme responsabilidad a partir de ahora.

Sacha Kuypers tenía un problema: el contacto con su propia piel le producía alergia. Era fácil reconocerle viéndole caminar por la calle.

Soledad - Esteban Dublín
Tic. ¿Dónde estarás? Tac.

Strike - Víctor Lorenzo
Con el objetivo en mente, consciente de la dificultad del tiro, acaricio su negra redondez, respiro hondo y lo lanzo con efecto para que avance zigzagueante, esquivando verbos, conjunciones, subordinadas, y se coloque, para alivio de autor y lector, tras la última palabra de esta frase, dándola así por terminada.

Teoría de cuerdas - Propílogo
Damián tiró de un cordón que encontró en la playa, y Marte comenzó a precipitarse hacia La Tierra. Expertos investigadores analizaron el suceso. Ni siquiera ellos sabían que aquel cordón unía ambos planetas. Calcularon el tiempo exacto hasta el fatal impacto. Fueron tres días eternos, de despedidas, lloros y excesos. Hasta que dijeron que la cosa iba bien, que al parecer alguien equilibró Marte tirando del cordón que lo une con Júpiter.

Trinos - Jesús Esnaola
Es domingo. Pese al cartel, logro que el viejo del parque me venda uno de sus jilgueros. Es un regalo para el abuelo. Creo que le hará compañía, que llenará la casa de sonidos diferentes de los carraspeos constantes y los aires incontenidos. Tres días después, el abuelo muere. De viejo, dicen.
Unos días más tarde, para confirmar la duda que, disfrazada de certeza, se ha apoderado de mí, compro otro pájaro al viejo, otro jilguero, blanco y negro, con vetas amarillas y careta rojiza, como el que regalé al abuelo días antes y se lo doy al vecino del primero, un ser odioso que no puede ocultar su sorpresa y cuya muerte no me hará sentir especialmente mal si son ciertas mis sospechas. No ha pasado ni día y medio cuando el del primero cae fulminado sin que medie enfermedad conocida. De viejo no, oigo que dicen.
Tardo en decidirme pero, al fin, regreso al parque, quiero comprar otro jilguero al mismo viejo que me vendió los anteriores. Negro y blanco, con sus vetas amarillas, careta rojiza. No sólo es el pájaro más hermoso que he visto nunca sino que su canto hace estremecerse a los muertos. El jilguero trina, engarzando notas en los barrotes de la jaula como si fueran un pentagrama y todo el mundo se detiene a escucharlo, a admirarlo. El viejo coge la jaula y me la entrega. Alargo la mano libre con el dinero pero el viejo me muestra la palma de su mano derecha mientras niega con la cabeza, con los ojos cerrados.

Una buena mujer - Eva Díaz Riobello
No dije que lo sabía. La dejé instalarse en la habitación de huéspedes y me aseguré de cobrarle dos meses de alquiler por adelantado. Mi hijo la observaba de reojo, mientras ella ordenaba sus trastos canturreando con voz cristalina. Me dio lástima que fuese tan bonita, con aquella piel tan suave y esos ojos de cierva, pero la nariz era inconfundible. Le llevé una cena ligera a su cuarto y le devolví la sonrisa antes de cerrar la puerta. Después avisé a las SS y, satisfecha, me senté a tomar un té.

Velocidad del pensamiento - Pedro Peinado
Una de las torres de la ciudad es un gigante que se paró a pensar, por un instante, hace mil años. El tiempo de hombres y gigantes marcha con el paso cambiado. Pronto la humanidad descubrirá el fenómeno de la torre que camina.

Vestido de lunares - Pablo Garcinuño
Hace tiempo que a Bermejo se le vienen cayendo los lunares. Los nota resbalar por su cuerpo hasta que se le amontonan dentro de los zapatos. Al principio se los volvía a pegar, con mucho cuidado de ponerlos en el mismo sitio, pero ya no le importa. De todas formas, nadie ha vuelto a contar las manchas que adornan su cuerpo.

Voyeur - Baizabal
Se vieron en el restorán y tuvieron una cena romántica, caminaron al departamento intercambiando gestos y pasos de enamorados, llegaron a la recámara, se desnudaron. Pero no se atrevían a hacer el amor porque desde el principio tenían la sensación de que alguien los estaba leyendo.