Foto de Depropio (aunque no lo parezca es la tapa de un tupper) |
Siente vértigo: va a ser padre. Ella se lo dijo antes de zarpar, para que tuviese cuidado y regresara pronto a su lado. Su amigo Ezequiel no lo entiende. “Deberías estar feliz querido José, los niños alegran la vida”. ¿Qué sabrá él? Su única preocupación es elegir a la mujer con la que pasará la noche cuando desembarquen en el puerto, a miles de kilómetros de su hogar. Le envidia. No tiene esposa, ni deudas, ni posesiones que le aten a la tierra. Él, sin embargo, será responsable de otra vida dentro de unos meses y no puede dejar de pensar en ello. Ve el rostro de su futuro hijo en las vetas de la madera de la cubierta, en las irregularidades de las paredes de los camarotes e incluso en el recipiente que contiene su almuerzo.
Pero ahora debe centrarse, mantener el rumbo. Intenta alejar los pensamientos sobre su paternidad cuando de pronto, lo oye. El mar deja de rugir, el faro se funde y la tormenta se detiene. Es lo más hermoso que ha escuchado nunca. Es débil y potente al mismo tiempo, tanto, que incluso ensordece el sonido de las tablas del barco al chocar contra las rocas.
Abandona la nave a toda prisa entre el caos y los lamentos de sus compañeros moribundos y agudiza el oído. Proviene de arriba. Hipnotizado, comienza a escalar el acantilado lo más rápido que le permite el cuerpo. Llega a la cima exhausto y ansioso. Abre la puerta de la taberna y ahí está ella, cantando una canción que destila melancolía. Abriéndose paso entre el público logra llegar al escenario, donde se detiene en seco. Ella interrumpe su canto ante la brusquedad del forastero y le pregunta su nombre con curiosidad.
– Jo… Jos.. – dice titubeando. Ella clava sus ojos en los suyos. Son verdes, rojos y azules al mismo tiempo. Le embrujan, le obligan a seguir hablando. Carraspea y se aclara la voz. – Me llamo Ezequiel – dice con determinación – y he venido a hacerte feliz.
– Jo… Jos.. – dice titubeando. Ella clava sus ojos en los suyos. Son verdes, rojos y azules al mismo tiempo. Le embrujan, le obligan a seguir hablando. Carraspea y se aclara la voz. – Me llamo Ezequiel – dice con determinación – y he venido a hacerte feliz.
Ella sonríe satisfecha y le susurra al oído:
– Bien Ezequiel, pues yo soy Mar y te dejaré hacerme feliz si primero me invitas a una copa.
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He aquí la quinta entrega del "Proyecto Liquen"... ¡Y alcanzamos el ecuador! Disculpad si ha quedado un poco largo, pero pidió nacer así.
¿Os gusta el rumbo que está tomando la historia? Jijijiji.
La continuación, que me muero por leer, el próximo lunes en el blog de Fernando :)
¡Hasta pronto, Cuentistas!
P.D. ¿Te perdiste las entregas anteriores? Léelas antes de arrepentirte:
- Liquen 1: Hombre de Mar
- Liquen 2: Hombre de Arena
- Liquen 3: La codificación de las mareas
- Liquen 4: Señales
Hay que reconocer que la foto no sugería tanto, ja ja, has sabido sacarle mucho partido ;)
ResponderEliminarMe gusta mucho, sin embargo hay un salto un poco brusco en el segundo párrafo, pasa de estar hablando a sus compañeros moribundos que no sé... me pierde un poco. Igual soy yo, y que es lunes.
Un abrazo
Jejeje. El cuento lo tenía pensado antes de la foto (¡qué tramposa soy!) así que lo adapté un pelín para meter la imagen de Depropio (¿tanto se nota?). Vaya...jijiji.
EliminarEstá claro que la culpa es mía, porque cuando hay que explicar un cuento es que algo falla. Básicamente he tratado de "describir" un naufragio, pero no me ha debido quedar muy bien. En fin, tengo que darle una pensada más para dejarlo más claro. ¡Muchas gracias por la crítica, señorita Dinamita! Se agradece y se aprecia ;)
¡Besos!
Sí se entiende que hay una tormenta, pero hay un cambio para mí brusco entre lo que piensa sobre el bebé y el caos y sus compañeros moribundos. En fin, que igual soy yo.
EliminarEn todo caso me gusta mucho... se "ve" muy bien.
Otro beso
La historia se complica, se abre, se retuerce, se estira y se enrosca... ¡Me encanta!
ResponderEliminarEl lunes te respondo
A mí ya me encanta la próxima entrega y eso que aún no la he leído, jijiji. Ains, Fernando, que en menos de que canta un gallo llegamos al final de la historia. ¡Qué penita!
EliminarBesos :)
Creí que te había dejado un comentario ayer, pero algo debió fallar... Bien por ese niño que sale de la tapa de un tupper. Conocemos al otro personaje de la historia, con sus reflexiones. Siempre he pensado que todos los marineros tienen su sirena esperándoles en el mar.
ResponderEliminar¿cuántas entregas nos faltan?
Besos de mar, Marina.