Lleva días perdido en el desierto, sin víveres ni mapas y sin esperanzas ya de encontrar fortuitamente un poblado o un beduino que lo rescate. Con las pocas fuerzas que le quedan se deja caer sobre sus rodillas e implora un milagro al dios al que abandonó hace tiempo. Para su sorpresa, de forma casi instantánea, el cielo se encapota. Un gran estruendo anuncia que las nubes están listas para descargar su contenido, así que el suplicante abre la boca para recibir el agua que calmará su sed. Comienza entonces a llover arena sobre las dunas.
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Así, con una tormenta, empieza la Cuentividad... ¡no comáis mucho turrón!
QUÉ desolador pero qué buen microrrelato...
ResponderEliminarAbrazo Marina
Feliz cuentividad!!