La primera vez - Ricardo Álamo
El niño fue hasta su casa con un infinito dolor en el brazo. Lo tenía desmanguillado, roto por dos sitios: cúbito y radio. Estaba muy asustado. Nada más caerse, pensó en sus padres y en la bronca monumental que le esperaba. Bien clarito le habían advertido ellos que por nada del mundo se le ocurriera subirse a un patinete.
Horas después, con el brazo ya escayolado, el niño oyó a su madre hablando por teléfono con su padre. Le contaba lo que él le había contado a ella sin vacilar un segundo, sin atender a las consecuencias, dándose cuenta de que –por primera vez en su vida- había contado una mentira. Además del patinete, le prohibieron jugar al fútbol.
Falsa identidad - Esperanza Temprano
No sabe ni como se llama, de tanto cambiar de nombre se le ha olvidado. Camina sobre las huellas de sus héroes y se viste como ellos, solo que en él las mallas de superhombre son la grotesca imagen de los calzoncillos sobre los pantalones. Ríe con la sonrisa de otros, ve el mundo con miradas prestadas y ni siquiera habita en sus sueños. Se mira al espejo y no se ve, busca su sombra y no se encuentra, hace mucho que perdió su rastro, tanto que ni siquiera recuerda que un día existió.
No te creo - Analía Pérez
Sabíamos de la existencia de un ser no juzgado por las personas ajenas, lo incluíamos en nuestro mundo con cierta desconfianza y mientras nos inventaba el personaje de su discípulo aprendiendo de su maestro. Concretábamos charlas pendientes, pero siempre sabíamos que las mismas eran una simple mentira, porque sus palabras eran un absurdo adorno de alguien creado por la “mala leche”. Cuando caminábamos todos juntos, sentíamos que su triste ironía era una herramienta que le permitía luchar con nosotros, sin tener las verdaderas armas para el combate. En el transcurso de los días iba regalando caramelos, para sacar ese gusto agrio que tenía en su enorme boca y para similar ser un dulce de frutilla que tanto le costaba ser.
Un verdadero mentiroso - Sara NY
Antonio era un niño mentiroso por naturaleza. En su cabecita se formaban palabras ciertas pero en el camino hacia sus labios se transformaban en hermosas e increíbles historias.
Contaba que la maestra lo ponía a hacer de espantapájaros. Pero no le salía bien y se le llenaban los brazos de mirlos y petirrojos.
Solía decir que en el monte habitaba una princesa. Era hermosísima pero estaba encantada y no podía salir de allí.
Un día se topó con un oso de seis metros. De un zarpazo le quitó el pan y le dejó esas marcas en la espalda.
Y lo más increíble, contaba que por las noches, cuando todos dormían, le visitaba un monstruo con la cara de su padre.
La última mentira - Natalia Viana
—Buenas noches, cariño. Te quiero —susurra, depositando un beso en su mejilla dormida.
Sobre la mesita de noche reposan, testigos mudos de la pantomima, los posos de la infusión “letal” que minutos antes había preparado, amoroso, para su mujer.
Sexo, mentiras y ... - Isabel Mª González
Al fin aparece por la puerta, exultantemente atractivo. Martina, contrariada, frunce el ceño; no era su impuntualidad lo que le más le molestaba sino su incapacidad para enfadarse con él. Su excusa, de lo más inverosímil, zumbaba ya lejana en sus oídos mezclándose con los gemidos ambientales de su primer orgasmo: “Francamente, querido, no me importa lo más mínimo”.
La beneficiaria - Patokata
Preparar su propia muerte no fue tan difícil como ella creyó; comprar un cuerpo de mujer al encargado del cementerio y luego fingir ser la hermana que la encontró muerta, por la mañana en su recámara, fue muy divertido.
Le costó un poco verter tantas lágrimas en el funeral pero valía la pena…pronto disfrutaría del cuantioso seguro de vida que, un día, se le ocurrió adquirir a beneficio de una hermana imaginaria…
¡Haya paz! - María Isabel Redondo
Cuando viera su dibujo sobre la Inmaculada Concepción, a mamá se le saltarían las lágrimas, como siempre. «Era el cuadro preferido de la abuela», recordaría con un suspiro. Entonces, papá gritaría que las monjas me estaban entontizando y volvería a decir aquello del opio del pueblo, salpicado de todas las cosas feas de Dios y de la Virgen que hacían que mamá se subiera por las paredes y le llamara ateo y mal padre y rojo de mierda… Así que escondió su obra maestra debajo del colchón y en su lugar dibujó un árbol.
Picotas - Depropio
Cuando empieza el verano, las fincas de cerezos se llenan de altavoces que atronan el valle con los graznidos hirientes de pájaros sometidos a torturas dolorosas. Pero los pájaros no se dejan engañar y acuden en bandadas a devorar las cerezas, que ya comienzan a estar en sazón.
Solo algunos animales sienten, alguna vez, algo que, si supieran expresarlo, llamarían remordimiento.
El texto robado - Alonso Dávila
Luben estudia Cuarto Año de Primaria,muy aplicado estudiante,recibe de su madre el texto de Historia de Venezuela. ¡Cuìdalo mucho,treinta bolìvares es mucho dinero para tu papà ¡ , ambos conocen su irascible personalidad.
Al salònde clases llega un Pasante del Instituto Pedagògico,quien le pide prestado el libro, finalizada la pasantia el libro no le es devuelto a Luben, este, apenado no lo dice al maestro, e inventa en su hogar ¡el robo¡.
Sufre el martirio de la reprimenda, llega el olvido ,los años pasan, Luben y su mentira finalizan los estudios universitarios.
Actualmente, entre oraciòn y oraciòn ante la tumba de sus padres les pide El Perdòn.
¡Mañana más!