La tormenta sorprendió a José mientras pescaba en altamar, sin previo aviso. El azote del oleaje contra su barca le transportó de nuevo al pasado, al mismo día de su naufragio. Los recuerdos de aquella jornada, borrosos hasta entonces, volvieron nítidos a su memoria: la redacción de la carta a su capitán, la conversación con su amigo Ezequiel, la sensación de miedo ante una paternidad inesperada y su primer encuentro con Mar.
Mar… había sido cautivo de la mujer más hermosa del mundo durante más de nueve años y en ese instante, la distancia hasta ella, acrecentada por el temporal, parecía anular su embrujo de alguna forma. Ahora era consciente de que tenía un hijo y necesitaba conocerle y garantizar su bienestar antes de volver junto a su sirena. Sabía que ella le impediría el viaje haciéndole olvidar de nuevo a su familia, así que imploró ayuda a las deidades del océano y se zambulló en el agua embravecida.
José amaneció en la costa con treintena de años más que el día anterior. Contempló la orilla: no era aquella en la que había pasado la última década, sino otra mucho más lejana, en la que recordaba haber visto faenar a los pescadores junto a su padre, cuando era niño. La Diosa de las Corrientes había respondido a su plegaria, y pese a haberse cobrado su juventud como precio, a José le pareció un intercambio justo.
El reencuentro con las dunas se produjo en unas horas, aunque le llevó meses dar con la aldea en la que se había criado y un par de semanas más reunir el coraje suficiente para enfrentarse a la mujer con la que se había desposado por primera vez.
Bahr tejía a la sombra de una acacia y apenas mostró emoción alguna cuando su Yusuf se acercó a ella. Al darle por muerto, había rehecho su vida junto a otro hombre, con el que había tenido tres hijos más. Reacia al principio a proporcionarle información sobre su descendiente, la desesperación en los ojos del anciano terminó por ablandarla:
- Encontrarás a tu hija junto al zoco, jugando con sus hermanos. Se llama Raizel, como mi madre. Puedes reconocerla por la pulsera de discos que adorna su muñeca; lleva una cuenta por cada día que preguntó por ti.
Mientras Yusuf camina hacia el mercado para conocer a su primogénita, comienza a picarle la cicatriz del pecho. No, no le dirá que es su padre, pero le contará que hace tan sólo unos días nació su hermana, Rosa, en el otro extremo del mundo.
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He aquí la continuación de la historia del
Proyecto Liquen. Cada vez hago capítulos más largos...
Fernando va a matarme. En fin, a ver si alguien averigua esa simetría que se esconde en el texto...
¡Hasta pronto Cuentistas!
¿Te has perdido? A lo mejor tienes que echarle un ojo a las entregas anteriores:
¡OJO! ¡El liquen 7 ha sido modificado! Ahora Raizel es la hija y Bahr el nombre de la madre. Pido disculpas por el malentendido, que me equivoqué al bautizarlas... :S